María Pinilla y José Manuel Yágüez decidieron optar por estudiar para centrarse en el mundo rural, dos historias que acabaron con el Premio de Excelencia
La odisea de quien desoye los cantos de sirena: "La Formación Profesional Agraria no es una cosa del pasado"
María Pinilla y José Manuel Yágüez decidieron optar por estudiar para centrarse en el mundo rural, dos historias que acabaron con el Premio de Excelencia
Coger el testigo para no permitir que el trabajo del legado familiar quede en el olvido. Ese que desempeñaron familiares y que se ha visto en el día a día de la infancia desde fuera, esos trabajos que empiezan a escasear, no por falta de oferta, sino de demanda. Esos trabajos cansados donde el físico manda y que ha marcado el carácter de quienes pisaron las tierras o cuidaron del ganado.
Muchos han sido los que sucumbieron a los cantos de sirena de las grandes ciudades y a los tópicos que sobrevuelan las zonas rurales. Esos que se plasman en frases como 'hay que salir de aquí' o 'en Madrid o Barcelona es donde se puede prosperar'. Mensajes a los que todavía se resisten algunos jóvenes que deciden apostar su futuro a su tierra, a seguir ligados a ella de la manera más natural posible: el sector primario. Entre ese listado de jóvenes que decide seguir ligado al campo están los de María Pinilla o José Manuel Yágüez. Dos estudiantes que decidieron estudiar para tener el mayor conocimiento posible en su ámbito y que recibiendo los galardones del Premio de Excelencia de la Formación Profesional Agraria en Castilla y León.
A sus 25 años, María Pinilla cuenta con orgullo el éxito académico y recuerda que llegó después de estudiar anteriormente para ser auxiliar de enfermería. No obstante, al salir al mercado laboral se encontró con que "lo pasaba muy mal" y decidió mirar al lado. Allí estaba la agricultura a la han dedicado "toda la vida" su padre y su abuelo. "Empecé a ayudarles en el campo y me gustó mucho", ahí se dio cuenta de que los estudios podían pasar por seguir el legado familiar y se encontró con el grado superior en 'Paisajismo y Medio Rural' que se imparte en el Centro Integrado de Formación Profesional Viñalta, Palencia.
"Nunca lo había pensado hasta que empecé a ayudarles", explica Pinilla, quien lleva ya cinco años codo con codo con ellos para tratar de colaborar y que empezó sus estudios buscando "poder aplicar conocimientos más técnicos, aprender más sobre cultivos, más técnicamente porque al final la experiencia hace mucho, pero saber los ciclos de los cultivos y aprender más de maquinaria también". Pero como ocurre en muchas ocasiones, los planes no salen como uno se plantea.
Durante el grado superior, María Pinilla cursó sus prácticas en la empresa Agrícola Castellana y allí sigue. "Como a mi padre y a mi tío y a mi madre todavía les quedan unos años para jubilarse, pues estoy compaginando un poco el echarles una mano y trabajar aquí". Un cambio de planes, al menos por ahora, que le ha servido para conocer a otros agricultores y conocer sus experiencias.
Este camino lo ha labrado con esfuerzo, ese que la llevó a recibir el premio como una de las mejores estudiantes de los centros de FP agraria de Castilla y León. "Al final, que mi abuelo que tiene 91 años vea que su nieta tiene el premio de la excelencia de Castilla y León, encima en un grado que está enfocado a la agricultura, pues es un orgullo la verdad". Dos años que acabaron con el broche de oro, pero en los que conoció a "muy buenas amigas" y encontró profesores que "me han ayudado mucho". El único pero: la tecnología. La reinvención y la actualización son las mejoras que desea para que los futuros profesionales del sector primario estén todavía más preparados.
María Pinilla ya no está en el aula, pero fue una de las cinco mujeres presentes de una veintena de estudiantes en un año. Una muestra más de que la igualdad comienza a hacerse palpable en un sector donde el protagonismo, mayoritariamente, ha sido eminentemente masculino.
Junto a ella también estuvo recogiendo el galardón José Manuel Yágüez. Este joven de 21 años cursó el grado superior de 'Producción Agraria y Agropecuaria' en la provincia de Burgos. Allí disfrutó de "los años en los que más me he aprendido y más me he divertido estudiando", un disfrute y ganas de conocimiento que acabaron con el premio a la excelencia, un "orgullo" que "no me esperaba".

José Manuel Yágüez posa con su diploma.
"Productivos y sacrificados". Así define los dos años en los que tuvo que desplazarse diariamente 60 kilómetros para ir a estudiar. "Tenía que hacer bastante recorrido y he gastado bastante en gasolina" apunta, un sacrificio monetario al que se sumaron las horas de estudio y trabajo.
Eso sí, al pensar en el grado superior se queda con las prácticas. "Eran importantísimas y se nota mucho que llevarlas a cabo te quita muchos años de estudio". Las ganas de estudio no han cesado y ha decidido seguir ayudando a su familia con la carnicería familiar y estudiario el grado superior de Ganadería. Un impulso para seguir ligado al campo académico.
"Tenía ganas de seguir aprendiendo y trabajar a la vez. Y como me lo puedo permitir, pues puedo seguir con ello", apunta un Yágüez que no esconde que le gustaría "seguir con la ganadería como un trabajo de futuro y con la carecería para no dejar los pueblos sin negocios ni las oportunidades". Este joven tiene claro que hay "mucho futuro y mucha vida joven. Lo que importa, que se hable y que se siga apostando por los pueblos". Una reivindicación que une también a las aulas, donde deja patente que "la Formación Profesional Agraria no es una cosa del pasado" y él es una viva muestra de ello.
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