En esta fortaleza del siglo XIV vivió Enrique III el doliente, primer Príncipe de Asturias; ahora quiere rehabilitarse para poder ser visitado en su totalidad
Castillos que hablan (X): Villalba, del mito de los templarios a la fortaleza de Azaña
Se trata de un palacio-fortaleza de arquitectura militar del siglo XIII en mal estado de conservación y que pertenece a los herederos del presidente de la República
Soy el castillo de Villalba de los Alcores.
Mucho se ha hablado sobre mis orígenes, aunque los historiadores no llegan a un acuerdo. Unos creen que fue la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén la que levantó mi edificio. Otros piensan que puedo ser fruto de los los templarios, mientras que algunos estudiosos abogan por que fuera don Alfonso Téllez de Meneses mi constructor o, al menos, el que reformó una edificación anterior. No seré yo quien desvele mi misteriosa génesis y lo dejo a la elección de nuestros queridos lectores.
Soy un palacio-fortaleza de arquitectura militar del siglo XIII siguiendo los arquetipos y técnicas cistercienses, que levantaban monasterios cercanos como el de Santa María de Matallana. Así lo atestigua mi disposición claustral o mis estancias con bóvedas de crucería, establecidas en dos niveles. Luzco planta rectangular rematada con ocho torres, alguna de ellas macizas. La localidad a la que siempre protegí conserva parte de los lienzos de la antigua muralla y varios cubos, que se restauraron para su uso turístico.

Es innegable el peso que tuve en episodios históricos y en litigios y guerras, como las luchas civiles entre los partidarios de Álvaro de Luna y doña Berenguela, entre Pedro I y Juan Alfonso de Alburquerque o la cruel pugna entre Enrique IV y su hermano Alfonso XII, por citar algunas. Sufrí el asedio de las tropas de Enrique I y también las del Conde de Benavente, quien realizó en mí importantes reformas aprovechando los muchos desperfectos que causó su ataque.
La tradición oral también cuenta que aquí hizo noche el cortejo fúnebre de Felipe el Hermoso, velado por su desesperada viuda, la Reina Juana la Loca. Fueron épocas convulsas, donde incluso serví como presidio a dos príncipes franceses, rehenes de Carlos V. Y claro, muchos cambios en mi propiedad a mano de familias poderosas como la de Meneses, Alburquerque, Osorno o el señorío de Castilnuovo, entre otras.
Poco a poco sufrí el expolio en mis entrañas. Desmocharon la techumbre de mi torre e incluso me arrancaron los sillares de piedra para construir casas solariegas. Cipriano Rivas, encargado del Despacho de la Secretaría de Cámara y de la Real Estampilla de Isabel II, adquirió la fortaleza en 1860 y su casa aneja. Aquí vivieron sus nietos: el dramaturgo Cipriano Rivas Cherif y su hermana María Dolores, Lola, que se convertiría en la mujer del presidente de la Segunda República, Manuel Azaña, quien también disfrutó de algunas temporadas en mis dependencias.
El que fuera alcalde de la localidad desde 1999 a 2011, Emiliano Rico Cabezudo, recuerda que fui anfitrión de grandes poetas y escritores como Pérez Galdós, Ayala o el propio Unamuno, que acudían a la llamada de sus amigos Azaña y Rivas Cherif.

HEREDEROS DE AZAÑA
En plena Guerra Civil se decretó la incautación de los bienes de Dolores Rivas Cherif, entre los que se encontraba mi propiedad. Entonces fui destinado a comedor del Auxilio Social y a otros usos de Falange, aunque la familia –exiliada en México- más tarde lograría recuperarme y hoy siguen siendo mis propietarios.
Años antes, el 3 de Julio de 1931, fui declarado Monumento Histórico Nacional. A pesar de ello, no fueron capaces de revertir mi progresiva decadencia y, a principios de los años sesenta, mi gran torre del homenaje no aguantó la inminente ruina y se derrumbó.
Las heridas abiertas en mí ser se agravaron con el paso de los años. Surgieron varios proyectos e ideas para recobrar todo mi esplendor y proporcionarme usos variopintos: un Parador Nacional, un anfiteatro propuesto por la familia de Rivas Cherif para recuperar todas las obras teatrales de Cipriano o incluso un museo sobre la figura del presidente de la República. Lo cierto es que nada de esto fraguó.

Una familia de la localidad habitó la vivienda aledaña durante cerca de medio siglo, convirtiéndose en mis guardianes. En mis bodegas se curaron los exquisitos quesos de los que siempre ha presumido Villalba de los Alcores.
Hoy soy solo un recuerdo difuso de un pasado glorioso. Mi lamentable estado de conservación pide a gritos que alguien se apiade de mí y pueda resurgir de mis cenizas. Hasta entonces solo espero que mis centenarias piedras aguanten el envite del tiempo.
Soy el castillo de Villalba de los Alcores

Aquí pasaron su última noche los líderes de la revuelta comunera antes de ser ajusticiados en Villalar; el actor estadounidense rodó parte de la película de El Cid
Esta fortaleza bajomedieval, reconstruida en el siglo XV, se ha convertido en un destino para las familias gracias a la musealización del escultor Juan Villa
Se trata de un palacio-fortaleza de arquitectura militar del siglo XIII en mal estado de conservación y que pertenece a los herederos del presidente de la República
Del ciclo 'Cantos para el Adviento y la Navidad' a las representaciones de 'La bella durmiente' o el Festival Internacional de Magia
Tendrá a Turégano, Lastras de Cuéllar y Prádena como 'pueblos amigos'
Esta fortaleza bajomedieval, reconstruida en el siglo XV, se ha convertido en un destino para las familias gracias a la musealización del escultor Juan Villa








