26/11/2025
Giménez desata la apoteosis en el minuto 93
Lectura estimada: 5 min.
El inicio del segundo tiempo, demasiado expectante, demasiado atrás, empatado por un gol de Piotr Zielinski, había relegado al Atlético de Madrid a un empate frustrante hasta la irrupción poderosa de José María Giménez, rematador decisivo en el minuto 93 para el triunfo fundamental contra el Inter en la Liga de Campeones (2-1).
Por fin, el central uruguayo conectó el testarazo que buscó, buscó y buscó durante tantas y tantas veces en los saques de esquina. La centró Griezmann, la remachó Giménez por encima de todos para la apoteosis del Metropolitano, que se siente capaz de todo. Es la octava victoria consecutiva de su equipo en su estadio. Tres de tres en la Champions.
El Atlético superó la prueba de fuego. Está a la altura, despierta expectativas y su determinación es tan creciente como sus resultados. No sólo eran tres puntos, tan cruciales para el ‘top 8’, sino también una medida fidedigna de cuál es el nivel de este equipo en este momento. Lo miró de tú a tú, compitió y ganó: su décimo triunfo en sus últimos doce encuentros entre todos los torneos. Los números hablan por sí solos.
Y no sólo de su once tipo, sino son todos sus recursos. Hay variantes y cambios. Y el equipo persiste en su línea irreductible actual. Este miércoles, con Cardoso (no jugaba desde finales de agosto, cuando sufrió un esguince), con Gallagher o con Nahuel Molina, solventes y reivindicativos en el plan de inicio que preparó (y le salió bien) a Simeone.
Es el grupo que ensalza el entrenador argentino, tan necesario para competir por todo lo que quiere. Mucho más que un once. El mejor ejemplo (o aprendizaje) para el Atlético fueron los pasados meses de marzo y abril, cuando se jugó todo (y lo perdió) en tres semanas, fuera de la Liga, la Champions y la Copa del Rey con una alineación exhausta.
No hay mejor confirmación que la victoria. Más aún contra un adversario del calibre del Inter y su pleno en la Liga de Campeones en su visita el Metropolitano. En dos minutos, Dimarco lo advirtió dos veces. Primero, con una falta enroscada a la que respondió Musso, de nuevo sustituto notable de Oblak. Después, con un zurdazo cruzado.
Nada fuera de lo esperable para el Atlético, que sabía a quién se enfrentaba. Y que tenía claro cómo abordarlo, con la primera línea de Julián Alvarez, Gallagher, Barrios y Baena, con Cardoso como medio centro por detrás, protegidos por la formación de cinco que armó en el repliegue. Todo compactado en unos metros, sin espacios entre líneas.
También cómo atacarlo, desde diferentes variantes, como el empuje desde atrás de Nahuel Molina, en esa posición híbrida de central y lateral que lo libera hacia arriba en el ataque. Un elemento confuso para la defensa contraria. Su avance originó el 1-0, el desmarque de Giuliano le dio vuelo y el rebote del despeje de Carlos Augusto contra el abdomen de Baena supuso el impulso definitivo. El balón lo empujó a gol Julián Alvarez.
Aún en tiempos menos voluminosos de goles, desbordes e inspiración de 'La Araña', con dos tantos en sus ocho encuentros más recientes antes de este miércoles, no hay ni una sola duda sobre el atacante argentino, que es esencial para entender este Atlético, de atrás hacia adelante pero también de adelante hacia atrás. Su décimo gol ya del curso.
Anulado a primera vista por el árbitro, por el movimiento del brazo de Baena, la revisión en el monitor otorgó definitivamente el tanto. Hubo hasta tres minutos de suspense. A un lado del árbitro, el banquillo del Inter golpeándose la mano. Al otro, todo el cuerpo técnico y varios reservas del Atlético reclamando el gol. De fondo, el rugido del Metropolitano, que ya había visto la imagen repetida. Simeone intuyó la concesión, brazos arriba. La euforia.
La efusividad de su celebración por el 1-0, con todo lo quedaba por delante, aún en el minuto 8 (cuando fue el gol) y en el 11 (cuando fue concedido) delata la trascendencia de la ventaja en el marcador en una confrontación tan exhaustiva, exigente e igualada. En cualquier instante, todo puede cambiar. Lo intentó de nuevo Dimarco. Controlado el balón al borde del área, solo, su rosca provocó silencio; unos segundos eternos que se transformaron en alivio cuando se perdió fuera de la escuadra. Una amenaza muy real.
Porque contra el Inter nada es una garantía. El empate siempre está latente. Lo avisó Barella, cuyo maravilloso control agradeció el fenomenal pase largo de Bastoni. El remate, sin embargo, rebotó en el larguero de Musso, brillante instantes después en una salida frente a la enésima internada de Dimarco, al que negó otra vez el gol. El Atleti resistía.
No logró hacerlo mucho más. En el minuto 53, Zielinski culminó el 1-1 con una pared con Ange Bonny, tan rápida, pero también tan sencilla que debe invitar a la reflexión defensiva. La definición del centrocampista internacional polaco sorteó por raso a Musso, hasta entonces erigido en figura del Atlético en el segundo tiempo. Otra historia muy distinta.
Nada que ver con el primer tiempo, mucho mejor el Inter desde la reanudación, apabullado el Atlético desde la vuelta del vestuario, Simeone intervino con cambios (Pubill, Koke y Nico por Cardoso, Gallagher y Molina), el equipo entendió el mensaje del 1-1, Giiuliano conectó una volea alta y Baena rebuscó el segundo gol después. También apareció providencial Giménez ante Lautaro Martínez. El partido era pura incertidumbre.
En el minuto 68, Simeone agotó sus recursos. Apostó por el triunfo. Por Sorloth y Griezmann, en lugar de Baena y Ruggeri. Ya había reaccionado antes el Atlético, que alteró su lapsus inicial del segundo tiempo por la convicción con la que debe jugar, sea cual sea el rival y sea cual sea el resultado: recuperó su ambición, no esperó, jugó en campo contrario, atacó y puso en jaque al Inter, cada vez más exigido, cada vez más temeroso.
La volea de Sorloth; el control y el remate de Griezmann tras un centro de Pubill, profundo, insistente y resolutivo por el lateral derecho (incluso con una ocasión que exigió la estirada del portero en el rato que disputó); la salvada de Nico González en su área, en plancha de cabeza, cuando el 1-2 asomaba sobre el marco de Musso; algún contragolpe del Inter...Y el gol de Giménez para la apoteosis del Metropolitano.
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