La vida de Steve Jobs era tan imperfecta como la de cualquier otro, pero se resignaba a aceptarlo. Lo hacía refugiado en una búsqueda incesante por cambiar la forma de ver la industria informática. Janis Joplin también podría haber agachado la cabeza y asumir su papel en el mundo, pero su condición de guerrera le hizo plantar cara al mundo desde un escenario.
Irrational Man es la prueba de que Woody Allen consigue la difícil tarea de dar vueltas sobre sí mismo cambiando en cada una de ellas el escenario.
La venganza consistía en escuchar la belleza de un himno que no es el nuestro y acallarlo con el grito rabioso de Gasol.
Si hay un poder que el máximo estamento del cine español tiene es el de tomar siempre la decisión equivocada. Salvo en contadas ocasiones, que casi siempre coincidía con que no había una opción mejor, han elegido películas que ni siquiera han sido nominadas.
La delicadeza del rostro de porcelana sueca de Ingrid Bergman no desvirtuaba la profundidad de una mirada que atrapaba al espectador.
El pasado fin de semana, el Festival Sonorama Ribera cumplió su mayoría edad con récord de público durante los cuatro días. Este éxito, aparte de estar sustentado en un cartel atractivo para los amantes de la música 'indie', está basado en la acertada decisión de trasladar al pueblo algunos de los conciertos.
Para un chaval de ciudad, el mayor símbolo de libertad absoluta estaba en el pueblo. Allí no había límites. Sólo necesitabas una bicicleta y un espíritu audaz para vivir las mejores aventuras del verano.
Cuando el culebrón Ramos llegó a su fin, entró en escena un personaje al que todos creíamos desaparecido hace unos cuantos capítulos: José Mourinho. Sin quitar mérito a la prensa, que encuentra temas hasta en un concierto de Rihanna, lo cierto es que el portugués es experto en aparecer cuando ya nadie sabía si seguía entrenando a algún equipo.
Nadie puede tener la certeza absoluta de si un premio es justo o no. Supongo que será por eso que, cuando un galardonado sube a recoger una estatuilla, no sabe si reír o llorar.
A pesar de todas las caras que Omar Sharif ha puesto en el cine, para mí siempre será Yuri Zhivago. Mi memoria selectiva no puede ponerle otra mirada.